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La fábula del médico y el Dopaje

por Paco Amorós

La fábula del médico y el Dopaje 1Un día pasa un deportista a la consulta y dice: Doctor, ¿qué me puedo tomar? No voy cara adelante, entreno y entreno y no mejoro, cada vez me veo peor, intento esforzarme más y más, pero cada vez estoy peor. Estoy nervioso, me despierto por las noches, estoy cogiendo peso –y eso que no como casi-, estoy de mal humor, me siento frustrado.

Una vez analizada la situación de forma pormenorizada, me encuentro con un sobreentrenamiento de libro: intensidades de entrenamiento excesivas, falta de carbohidratos en la comida, ausencia o mala ejecución de trabajos de acondicionamiento físico general (elasticidad, fuerza, técnica, etc.), exceso de competiciones, falta de trabajo de recuperación, etc.

Tras estudiar los distintos aspectos fisiológicos (con prueba de esfuerzo, análisis de sangre, composición corporal, fuerza, etc.), se le plantea un plan de trabajo. A saber: debes tomarte un respiro, de un par de semanas al menos, y a partir de ahí, empezar con un plan de trabajo mejor estructurado, y correctamente tutelado por un profesional del entrenamiento.

La mayor sorpresa viene por el hecho de que se le aconseja entrenar a menor intensidad general, algo más de volumen, menos competiciones y mejor elegidas, y trabajo invisible: estiramientos, fuerza, etc., dentro del plan de trabajo prescrito.

Si hemos sido suficientemente convincentes, el “paciente” (nunca mejor dicho) nos hará caso, lo que va a significar que cuando salga a entrenar, sistemáticamente sus compañeros van a dejarlo atrás, y él, con la escusa de que eso es lo que le ha dicho el médico, lo va a llevar más o menos, aunque siempre con alguna duda.

Como quiera que el trabajo, con el paso de las semanas, se ha realizado adecuadamente, habrá perdido peso graso y ganado masa muscular, mejorado su capacidad aeróbica, habrá podido hacer los entrenos de potencia aeróbica y potencia anaeróbica a las intensidades adecuadas (porque ya no está tan cansado), recupera mejor, duerme mejor, está de mejor humor, irá cogiendo confianza en lo que está haciendo.

Un buen día toca competir (la competición objetivo), y para ese día va con los deberes hechos (descansado, con sus reservas llenas, de buen humor –aunque con algunas dudas-) y sale, según lo propuesto, de menos a más. Por tanto, sus compañeros de entrenamiento vuelven a salir por delante. Pero, llegada mitad de prueba, de forma progresiva los va adelantando uno a uno, terminando por delante de ellos y encima con sensación de que podría haber hecho más, y sobre todo, habiendo disfrutado.

Los compañeros, que llegan por detrás, algunos exhaustos, otros apajarados y lo ven en meta tan contento, una vez han vuelto a la calma le preguntan:

¿Y A TI QUE TE HA DADO EL MEDICO?

Dr. Luis García del Moral Betzen Medicina de la Educación Física y Deporte

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