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Iván Penalba, finisher en Badwater 135 por segunda vez

Iván Penalba, finisher en Badwater 135 por segunda vez

por Paco Amorós

Iván Penalba ya cuenta con su segunda hebilla de finisher de la Badwater 135, una carrera única hasta en su austeridad. Una hebilla de cinturón muy del gusto ‘cowboy’ y una camiseta conmemorativa es todo el premio que se obtiene por completar sus infernales 135 millas.

Da igual que ganes como la estadounidense Ashley Paulson con un asombroso tiempo de 21h44’ (primera mujer que logra el triunfo), que acabes duodécimo como Iván Penalba con 29h48’ o que finalices en la última posición, 89º, con 46h34’, el premio es el mismo para todos, aunque la condición es que hay que acabar antes de transcurridas 48 horas (tiempo máximo fijado por la organización).

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Iván Penalba con Chris Kostman, director de carreras Badwater, sujetando la hebilla y la camiseta de finisher 2023. (Foto Badwater)

En la edición de 2023 tomaron la salida en Badwater Basin (Death Valley) 100 corredores y corredoras de 26 nacionalidades distintas, de los que tan solo 11 no llegaron a pisar la línea de meta en Whitney Portal, a 2.530m de altitud, en la ruta que lleva a la ascensión hacia la cumbre más alta de Estados Unidos, el monte Whitney.

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Foto de los participantes en la Badwater 135 de 2023. (Foto Joaquín Candel)

Iván Penalba murió y resucitó en la Badwater 135

Uno de los grandes favoritos era Iván Penalba. El ultrafondista español acabó en segunda posición en 2022, en su primera participación, y en 2023 tomó la salida con la ambición y la ilusión de ser el primero en completar las 135 millas (217 kilómetros) de la carrera más exigente del ultrafondo.

Decidió salir a arriesgar desde el principio. Sin miedo a la guadaña que la Badwater 135 reserva para los que cometen errores o no saben medir sus fuerzas. Su vía crucis empezó a las 3 horas de carrera, después de cometer varios errores por su ansia de buscar el triunfo.

A la altura del kilómetro 170, a falta de 45 kilómetros para la meta, en el lugar más tórrido e inhóspito del recorrido, su cuerpo dijo basta. No podía dar un paso más. Vomitaba todo lo que bebía y comía desde hacía horas. Sus piernas eran incapaces de seguir, pero su cabeza y su corazón no estaban de acuerdo.

Todo hacía temerse lo peor, pero Iván y su equipo no contemplaban la retirada como una opción: había que recuperarse, resucitar y volver al ardiente asfalto a casi 80º para completar la parte más dura del recorrido. Y recoger la segunda hebilla y la camiseta conmemorativa, el austero pero simbólico premio que certifica ser finisher de la Badwater 135.

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Imagen del Team Penalba: Iván Penalba, Carmen Pérez, Joaquín Candel y el mexicano Oscar Hernández.

Nada más cruzar la línea de llegada, con las pocas fuerzas que le quedaban, se abrazó con todos los miembros de su equipo: Carmen Pérez, Joaquín Candel y Oscar Hernández. “Me salvaron el pellejo. En el kilómetro 170 estaba muerto, sin fuerzas para estar de pie. Fui capaz de resucitar y acabar gracias a ellos”.

La Badwater 135 no perdona errores

La Badwater 135 no perdona errores; si los cometes, te despedaza. Es una carrera que exige excelencia, una capacidad infinita de sufrimiento y una insana pasión por el ultrafondo más extremo. Sus 135 millas de recorrido por el Valle de la Muerte (Death Valley), con el castigo inmisericorde de temperaturas infernales (más de 50º durante el día y no menos de 34º por la noche), son un potro de tortura del que es muy difícil salir indemne.

Penalba fue líder durante las tres primeras horas de carrera y durante ese tiempo fue el encargado de tirar del grupo de los favoritos. “No fue una decisión inteligente porque me cargué todo ese esfuerzo yo solo, porque lógicamente no me dieron ningún relevo, pero más que por el esfuerzo no fue inteligente porque por mantenerme en cabeza no hice mi estrategia nutricional desde el principio y tampoco paré a mear hasta las tres horas de carrera”, explica a 42K el corredor.

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Iván Penalba y Carmen Pérez corriendo por la inmensidad de Death Valley. (Foto Joaquín Candel)

Cumplidas tres horas de carrera su cuerpo empezó a dar señales de alarma: algo no iba bien, así que se descolgó y bajó el ritmo.

“Afronté la primera subida y no la hice del todo mal, pero ya era consciente de que no iba bien. Hice la bajada muy rápida, tremendamente rápida, más de un minuto por kilómetro más rápida que en 2022, con la esperanza de enganchar de nuevo con el grupo de cabeza y seguir aspirando a estar en el podio. En la bajada me vacié absolutamente y no bebí lo suficiente, que ese fue otro error, y terminé la bajada destrozado. La siguiente subida, que era la realmente dura, me costó una barbaridad y fue cuando empecé a tener complicaciones de verdad; coroné como pude y fue entonces cuando mi cuerpo dijo basta y entré en colapso”, explica Iván.

42K: ¿Qué quieres decir con “entré en colapso”?

Iván: Mi cuerpo dijo basta. Tuve que parar porque no era capaz de seguir corriendo. A partir de ese momento empezó otra carrera para mí. Quería por encima de todo recuperarme para acabar de la manera más digna posible. Cuando todo se torció mi gran ilusión pasó a ser llegar a meta y hacerlo con mi mejor sonrisa. La dificultad se agravó cuando volvió a pillarme la noche, que era algo no tenía previsto, y que me obligó a adaptarme a unas circunstancias y dificultades que no había previsto.

42K: ¿En qué momento las sensaciones empiezan a alertarte de que algo no va bien?

Iván: Todo iba bien hasta que se cumplieron dos horas y media de carrera. Hasta ese momento encabezaba la prueba, con todos los favoritos a mi espalda, soldados al ritmo que yo marcaba.  Intenté buscar el máximo rendimiento desde la salida y cometí el error de no parar a mear durante las primeras horas. Quise ir más rápido de lo que tocaba y estar en primera posición; ir tan estresado no me dejó pensar con frialdad y seguir mi estrategia de alimentación, hidratación y de orinar. Me aguanté las ganas de mear por no perder la cabeza de la carrera y eso fue el principio de todos los problemas que vinieron después.

42K: ¿Qué problemas?

Iván: Dejé de tener ganas de beber, de comer e incluso de orinar. Mi cuerpo estaba reteniendo líquidos y empecé a notar claramente que no estaba bien, así que decidí bajar drásticamente el ritmo porque sabía que podía tener un problema grave y más en una carrera con temperaturas tan altas. Intenté evitar el colapso pero ya era tarde.

En el kilómetro 170 se vio obligado a parar, no podía dar ni un paso más

42K: Descolgado ya del grupo de favoritos seguiste luchando durante horas hasta que a la altura del kilómetro 170 te viste obligado a parar.

Iván: La verdad es que no sé ni cómo llegué hasta el kilómetro 170. Esa es la parte más complicada del recorrido por el calor. Soplaba un viento ardiente, un viento que quemaba. Había vomitado muchas veces antes de llegar a ese punto de la carrera, pero ahí fue cuando me quedé totalmente vacío después de vomitar por enésima vez. Me paré porque ya no era capaz de dar ni un paso, no había otra opción. Cada cosa que bebía o comía lo vomitaba. Tuve que hacer reset y rezar para que el cuerpo se estabilizara un poco y me permitiera reanudar la carrera para intentar acabar.

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Iván Penalba tuvo que parar y resetearse a falta de 45 kilómetros para la meta. (Foto Joaquín Candel)

42K: ¿Cuánto tiempo estuviste parado?

Iván: Alrededor de una hora y veinte minutos. Bebí un poquito de agua y un poquito de Coca Cola, me tumbé y empecé a rezar para dejar de vomitar. Me repetía que no debía tener prisa, que debía dejar que el cuerpo se recompusiera y que había tiempo de sobra para recuperar fuerzas y seguir hasta la meta. Mi objetivo desde el momento en que toqué fondo fue recuperar las fuerzas mínimas para acabar la carrera como fuera. Nunca me he retirado de una prueba y es algo que quiero mantener durante toda mi carrera deportiva: la retirada no es una opción. Una de mis grandes motivaciones como deportista es demostrar que con paciencia, constancia y cabeza siempre se encuentra una forma de llegar a la meta, por difícil o imposible que parezca. Todo parecía condenarme a la retirada, pero con cabeza y corazón encontramos el camino para seguir hasta el final.

42K: ¿Llego a pasar por tu cabeza el fantasma del abandono?

Iván: Sí, porque no encontraba la forma de solucionar el problema: no podía comer o beber algo sin vomitarlo inmediatamente. Con 45 kilómetros durísimos por delante era impensable continuar si no era capaz de hidratarme y reponerme mínimamente. Afortunadamente, tuvimos la suficiente paciente para que el cuerpo se repusiera. Sabía que tenía 48 horas para terminar la carrera y en ese momento mi único reto era acabar. Estoy muy satisfecho de cómo gestioné esos terribles momentos. Todo estaba en contra, pero me esforcé en tirar de paciencia y en alejar todos los pensamientos negativos para no pensar en la retirada.

En los últimos 10 kilómetros se dormía corriendo

42K: Nunca habías corrido más de 24 horas, pero para acabar esta Badwater 135 tuviste que estar casi 30 horas corriendo. ¿Cómo fue esa experiencia de algo desconocido para ti?

Iván: Lo pasé mal en los últimos 10 kilómetros porque el sueño me vencía. Iba trotando y andando y los ojos se me cerraban sin poder evitarlo. Afortunadamente, tenía a mi lado a Carmen que me iba guiando y agarrando porque cuando se me cerraban los ojos me escoraba hacia un lado y dejaba de ir en línea recta. Al final, tuve que parar y cerrar los ojos durante unos minutos porque no era capaz de mantenerme despierto. Fue una microsiesta de 5 minutos que me vino de lujo y me sirvió para aprender que esos microsueños pueden ser muy útiles para carreras de larga distancia. Nunca lo había hecho, pero sé que hay ultrafondistas que utilizan esas microsiestas como parte de su estrategia de carrera y me parece algo muy positivo y que voy a estudiar para futuras carreras de larga distancia.

42K: ¿Qué papel jugó el equipo y en especial Carmen en esos momentos tan delicados?

Iván: Ufffff… Sin el equipo no hubiera podido pasar del kilómetro 170, pero la compañía de Carmen en la parte final fue determinante para llegar a meta. Ella corrió pegada a mí más de 130 kilómetros (la organización permite corredores de apoyo, pero siempre por detrás del competidor) y fue fundamental para que pudiera llegar a la meta. Iba todo el rato hablándome y buscando la forma de que tuviera la cabeza ocupada; incluso en la parte final, cuando me dormía trotando, se inventó juegos para hacer que me mantuviese despierto. No me dejó desfallecer en ningún momento.

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Carmen Pérez no se separó de Iván en la parte final de la carrera. Sus piernas acumularon al final más de 130 kilómetros corriendo junto a él. (Foto Joaquín Candel)

42K: ¿Te has sentido decepcionado con el resultado final después de tantos meses de trabajo y preparación?

Iván: No. Es cierto que buscábamos la excelencia, pero el resultado es positivo porque a pesar de las adversidades conseguimos llegar al final en menos de 30 horas en la posición 12º. Y luego hay que valorar el aprendizaje, porque en una carrera como la Badwater 135 nunca dejas de aprender cosas. No puedo estar decepcionado porque di todo lo que tenía dentro, todo y más, para acabar. Estaría decepcionado si tuviera la más mínima duda de no haber hecho todo lo posible para conseguir el mejor resultado a mi alcance.

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Iván y Carmen sosteniendo la hebilla que acredita ser finisher de la Badwater 135. (Foto Joaquín Candel)

42K: ¿Qué lección o aprendizaje positivo te llevas de la Badwater 2023?

Iván: Por un lado, que hay que seguir siempre la estrategia establecida, sin improvisaciones y sin cometer errores innecesarios. Por otro lado, que siempre hay una salida o una solución aunque parezca imposible para cualquier dificultad. La Badwater 2023 me ha hecho grabarme a fuego en la cabeza que mientras no te rindas siempre se puede generar una oportunidad. Hay que correr con inteligencia y con cabeza; el corazón es muy importante en una carrera como esta, pero la clave está en correr con inteligencia, con paciencia, sin improvisar y, sobre todo, buscando el equilibrio interior.

Penalba sobre el triunfo de Ashley Paulson: «Las mujeres tienen una capacidad de sufrimiento y tolerancia al dolor superior al hombre»

42K ¿Te sorprendió el triunfo de Ashley Paulson, la primera mujer que se impone en la Badwater 135?

Iván: No. Es una ultrafondista impresionante, única. El año pasado ya hizo un carrerón y este año se había preparado a conciencia para hacer historia. Su victoria confirma algo que yo tengo claro desde hace tiempo: en carreras de ultrafondo no hay diferencias entre hombres y mujeres; es más, me atrevo a decir que las mujeres en este tipo de carreras tienen un potencial brutal porque tienen una capacidad de sufrimiento y tolerancia al dolor superior al hombre. En Estados Unidos ya ha habido varias victorias absolutas de mujeres en carreras de ultrafondo. En las pruebas de ultrafondo la velocidad no es el elemento determinante, sino la resistencia y la capacidad de sufrimiento. En algunas pruebas de ultrafondo pueden terminar siendo las mujeres las que pongan el listón en lo más alto y las que dejen registros de récord. El ejemplo de Ashley es la prueba más clara de una mujer que ha derrotado en la carrera más dura del mundo a los mejores especialistas masculinos. Su triunfo es muy positivo para el ultrafondo porque puede servir de ejemplo y de reclamo para otras mujeres. Las mujeres, sin duda, pueden aspirar a competir de tú a tú con los hombres en el ultrafondo.

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Ashley Paulson, primera mujer en imponerse en la Badwater 135. (Foto Badwater)

42K: ¿Piensas en volver a la Badwater?

Iván: Sí. Es la carrera de mi vida. Es la carrera de mis sueños. Pensaba que estaba capacitado para pelear por la victoria este año pero me llevé un golpe de realidad. Es la carrera más dura del mundo y no es fácil llegar a la excelencia. Todos los ganadores son mayores de 40 años y yo ahora mismo tengo 31. Quizá sea un camino largo, pero quiero volver tantas veces como sea necesario para conseguir la victoria. Y si algún día consigo el triunfo seguiré corriéndola tantas veces como pueda porque es una carrera inhumana y eso es lo que precisamente me motiva y me ilusiona de ella. No hay ninguna carrera en el mundo comparable a la Badwater. Volveré a correrla, pero lo haré con la cabeza lo más en paz posible para afrontar los momentos duros de una forma más tranquila.

 

Paco Amorós Responsable de Comunicación de 42K

Texto para 42K de:

Paco Amorós

Responsable de Comunicación de 42K

Licenciado en Periodismo por la Universidad CEU Cardenal Herrera y máster en marketing digital. Responsable de Comunicación de 42K.

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